viernes, 27 de mayo de 2011

Puro



-La abuela me dijo que lo vamos a volver a ver en el cielo.

-No sabemos, Valen.

-¿Vos no quisieras volver a verlo?

-Cinco minutos más y doy lo que sea
.




***



Sin excusas, despojado de dudas y contradicciones, de maldad e indecisión.
El limonero va a estar repleto (al menos, en la parte bajita que era donde llegabas vos con tu hocico explorador), lleno de flores y frutos. Pero repleto no es limonero, como el cantero completo, que va a dejar de ser cantero y va a pasar desapercibido, porque todo lo que hacías, todo tu desorden, tus arranques de hiperactividad, todo era tuyo, especial y tuyo. Fuiste un mestizaje, un candombe petiso y comprador, lejos de tener raza y valor. Lejos de los números y repleto de amor. Eso eras. Una bola de pelos ásperos grises, de ladridos agudos, dos ojos como bolas de vidrio que miraban a la espera de la pelotita, rama, piedrita, o limoncito prematuro, de esos que arrancabas de las ramas bajas. Eras un hermano, un hijo, un amigo.
Y te fuiste, nomás.
Siempre tuviste esa pura magia enana de contagiar tu felicidad, de que sea siempre recíproco, y a la vista está: te ganaste caricias de medio mundo, caprichos, premios...y una familia que te va a extrañar muchísimo.



martes, 24 de mayo de 2011

¡Estás frito, angelito!

Generalmente, éstos instantes le pertenecen al cóctel de café y cigarrillos, pero volver a estos intangibles pagos es un buen motivo para postergarlo.
Si bien mi vida todavía cuenta con unos momentos libres de estudio y trabajo, mi sólida inspiración se fue disolviendo en el aire, como diría Carli, Carlitos de amor, de corazones ardientes*, sumando también el estancamiento literario (espero, sea momentáneo). Es cierto que existe un relativo grado de indiferencia entre ambos hechos ya que se supone que la inspiración proviene de las vivencias (y que mi justificación sonó muy reproductora de plagios a lo Bucay), pero también es cierto que la lectura y la escritura son hermanas de sangre y a la vez condición necesaria la una de la otra.
A veces siento que voy perdiendo mis buenos hábitos culturales, como el viernes a la mañana (y ahora, viene una anécdota). Armando la agenda de cumpleaños, un cliente preguntó por el diario. Fui a buscarlo, lo agarré como pude del revistero y se lo dí seguido de "disculpe, le doy todo porque no sé armar el diario". Sí, lo sé, hoy en día el diario desinforma y 'desculturiza' en lugar de servir como una herramienta útil para la cultura, más siendo Clarín el diario en cuestión, pero en fin, no tolero estas nimiedades.
Ahora, algo que no es una insignificacia, es el tema de las internas abiertas. Todavía no puedo llegar a concluir en la utilidad de las mismas. Bueno, comprendo el procedimiento, los objetivos que se plantean verbalmente, discursivamente, pero me refiero a otra cosa. Intuición fememenina, catastrofismo zurdo, como quieran llamarlo, pero no se manifiesta. Da miedo y no quiero resignarme.
Tampoco quiero resignarme a la cómoda sensación de pasarla bien en un trabajo, porque mi idea es nunca acostumbrarme. Pero lo estoy haciendo, y da miedo.
Nunca quise entregarme a alguien que no tenga ningún proyecto, pero lo estoy haciendo, y no con una sola persona.
Dar falsas esperanzas siempre me resultó desalmado, pero lo estoy haciendo, y no con una sola persona.
Me ví toda la vida con mi perrito, pero hoy sé que en estos días de frío tenerlo al lado mío le hace bien, nos hace bien, y la despedida no va a ser tan dura.

Mierda, mierda. Quiero volver al fervor espontáneo, fuego, fuego, tres o cuatro años para atrás.