miércoles, 14 de abril de 2010

Sobre el histrionismo parte I

Se conoce como histrión a cierto tipo de actor teatral de la Antigua Grecia que resaltaba las características del personaje en cuestión por medio de trajes o movimientos corporales. Comunmente se le adjudica la calidad de histriónico a alguna acción o reacción expresiva en forma desmedida, o bien, al sujeto que lleve a cabo dicha tarea.
El histrionismo es mucho más común de lo que realmente creemos. Sobre las acciones mismas se emplea una suerte de razonamiento (que dicho sea de paso, no siempre es concretamente válido) el cual consta de un pantallazo velado o no de las consecuencias. Si ellas se encuentran en un punto ínfimo del espacio y bagaje ético-socio-cultural, venga nomás. Pero, ¿qué pasa con lo que no pertenece a dicha categoría? ¿A dónde va a parar todo ese corto, "milicrónico", efímero razonamiento?
Ahí es cuando aparece el famoso histrión*.
¿Por qué lo ilícito posee tanta exageración? Pongamos un ejemplo.
Hace no mucho fui "testigo" de subsecuentes situaciones cannábicas, protagonizadas por los señores Juan**, Carlos**, Roberto** y Alberto**.
Hace mucho se sabía que Juan era consumidor fiel de ésta sustancia. Carlos...puede que también, pero no pertenece a la misma definición de Juan.
Roberto es dudoso. Roberto es de los que sí lo hacen, todos los fines de semana, o más también, pero es diferente. Y Alberto es, en pocas palabras, un chiste.
¿Por qué digo esto? vayamos a la cuestión.
Juan considera dicha actividad como una forma de vida, tanto así que en sus manejos es tan simple como cualquier otra cosa. Él mismo lo considera así y es valorable el poder inclinarse por convicción (o adicción) pero en definitiva, admitiendo en todo aspecto su condición (así como yo puedo admitir mi condición de fumadora, mi tío la suya de discapacitado, y así muchos más ejemplos).
Carlos ya tiene sus matices. Puede que lo haga con la misma frecuencia y pasión que Juan, pero el histrionismo de a poco empieza a acercarse al área. Aclaro que no voy a describir con detalles la aplicación histriónica porque quiero dejarlo para el final.
Con Roberto es similar, sólo que estoy casi segura de que la frecuencia es más leve, y si de algo tengo completa certeza, es que les pega diferente.
Alberto es la clave del asunto.
Sabemos que es ilícito y qué no lo es. O por definición, jurídica o moralmente, es parte del consenso de nuestro querido bagaje cultural. Ahora bien, lo que sabemos que es ilícito, no lo hacemos. Lo que consideramos ilícito, más bien. Pero aquello que es considerado ilícito, valga la extrema redundancia de todas éstas líneas, puede llegar a no serlo para aquel que acostumbra hacerlo, aquel anticonstitucional o anarquista de la vida moral***, y está bien que así sea. Y me remito al ejemplo de Juan, quién comete una acción que para el groso de la sociedad es ilícita, y hasta no hace mucho tiempo, para la Constitución Nacional. Pero Juan, al ser humano y poseer la condición más natural que es el estado de libertad, puede hacerlo y considerar al tomate como fruta. ¿Por qué? Simplemente porque es un ser humano, libre, y al considerar un tomate como fruta o quemar un rato en la vereda a las 3 a.m. no provoca ningún perjuicio para nadie.
Entonces, ¿Qué pasa con Alberto?
Alberto considera que fumar es ilícito, por eso cada encuentro cannábico consta de tanta burocracia ridícula y sobreactuada. Si considera que es algo inmoral, es porque no encaja dentro de sus parámetros culturales y de conducta, hay una contradicción muy fuerte y difícil de desentrañar a simple vista. Y ahí el histrionismo juega un papel sumamente importante.

Éste es un ejemplo de miles de tipos de histrionismo en las conductas humanas que pude percibir en mis 18 años de razonamiento (18 menos 10 años de niñez e inconsciencia).

Me voy a mojar un rato por los pagos de Morón, me cago en esta lluvia, me cago en el vocabulario.



L.


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*Histrión suena a algo relacionado con las propiedades atómicas de la materia, (o será mi cabeza hundida de lleno en números y ejercicios) pero bueno, no voy a sumergirme en discusiones etimológicas porque llevaría mucho tiempo.

**Se reemplazaron las identidades verdaderas por una mera cuestión de privacidad.

***Anarquista de la vida moral, un término de invención propia.

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