miércoles, 29 de diciembre de 2010

Violento 2010

Antes de empezar con la típica verborragia terapéutica de fin de año, aclaro que no lo hago por un deber o compromiso con los seguidores de éste espacio (sé que es mucho más chic no mencionar los pocos que son, pero es gratificante ver el avatar en la lista –sí, me estoy familiarizando con los términos ciber-informáticos como “dominio” “html” “cookies”, etc–, siendo que en alguna ocasión de ocio, aburrimiento o casualidad lean una nueva y humilde entrada, un escupitajo verbal, audio o algún videíto y les de una simple sensación, lo que sea, al menos de desagrado) y tampoco se trata de un ritual de cierre de ideas, de hecho, no pensaba hacerlo hasta que me encontré esta noche con mi computadora, solas ella y yo. El ícono de Word es realmente seductor, no voy a negarlo, y bueno, las teclas vienen solas…y acá estoy, simplemente por una necesidad espontánea, un tanto física y otro tanto emocional, como la que me lleva a la primera y creo, una de las más relevantes conclusiones de estos días: ya estoy preparada para compartir mis días con alguien más. Pero quiero dejarlo para más adelante, prefiero armar una especie de orden cronológico de los hechos e ideas destacadas de estos trescientos sesenta y cinco días de puro mambo. Será por el síndrome de debut de agenda (sí, este año usé una agenda color rosa donde anotaba toda clase de minucias y me ahorraba muchos problemas que me causó la colgadez crónica durante tantos años) o bien, como una teoría muy velada que supe formular a lo largo de este año: cuanto más viejos nos ponemos, más importancia le damos a los meses, semanas, días, incluso nos preocupa que abril, junio, septiembre y noviembre tengan un día menos, que los cumpleaños caigan los días de semana, que los parciales arruinen un fin de semana largo, esperamos cobrar antes del fin de semana largo para reventarlo todo. Sí, por mi parte le doy más importancia a los días, al orden, y además, estoy cada vez más vieja y más pendiente de los años que restan para tener mi fuckin’ título, en financiar gastos que antes, en el confort y la simplicidad de la vida de estudiante secundaria mantenida no podía o no me daba el cuero para solicitarlo, como lo fue el rojito del amor y la revolución (un Fiat Spazio más adorable que ver a Julián Casablancas durmiendo la siesta en tu propia cama, de eso estoy completamente segura), entradas a recitales, pintura para las paredes de mi cuarto (wait, que todavía no la usé), la discografía completa de Pink Floyd (sí, la conseguí por medio de mi infalible amigo de las compras compulsivas modernas: Mercado Libre), y alguna que otra frivolidad que me hizo feliz efímeramente en los momentos más difíciles de abstinencia material, triste pero al menos a conciencia, lo admito y lo afirmo con certeza.

Comencemos.

La apertura del año se dio en torno a la escapadita al Valle de Punilla con mis aliadas, con las que volvería a compartir rutas y soles hasta que la falta de agua nos detenga. Las leyendas nocturnas de los comechingones, rieles en desuso enterrados en tierra serrana, bailecitos y empanadas con mucha papa, arroyos que se escondían de los vicios de la botella de plástico y el envoltorio de Doritos, parejas bicolores de libélulas al mejor estilo Arsenal de Sarandí y más fotogénicas que nadie (toda Córdoba es fotogénica, es un hecho), el Arma de Instrucción Masiva*, Cosquín, la no-fiesta en el río, “bueno, trata básicamente de emborracharnos y consumir sustancias varias, después nos sacamos la ropa, bailamos, copulamos y nos bañamos en el río”, las comidas deliciosas que nos regaló esa mujer divina, interestelar, llamada Alicia Martínez, la casa del Che, La Falda, los gastos cuasimatrimoniales, los amores acá, los no-amores de allá…gracias.

Otro hecho relevante fue el ingreso a la facultad, una tortura satisfactoria que nos adoctrina y nos vuelve capaces de un par de cosas más. Un par, nada más. El resto te lo enseña la calle, no hay dudas…ni el clubhouse, ni Cool Site, ni el auto que te regaló papá, ni extensión de la tarjeta de crédito de mamá, y ni siquiera (y con esto hablo más que en serio) la promoción.

En el medio hubo historias, algunas masticadas, escupidas, vomitadas y luego digeridas por enésima vez. Sí, suena asqueroso y torpe, pero en verdad se cultivan otros mambos. Es como leer La Naranja Mecánica y después mirar la película: tu perspectiva y la de Kubrick se superponen en virtud de lo que lográs captar; dicha superposición denota los matices de tu inventiva, las imágenes que supiste imprimir en tu cabeza y adjudicaste a cada lugar, vestimenta, rasgos…entonces, análogamente puedo decir que lo que idealicé y supe etiquetar de entrada terminó por decepcionarme o ni siquiera eso, simplemente no me conformó. La “nada” al menos es un estado más llano y cómodo, incluso si se toma como forma de vida es totalmente manejable. Ahora , la falta…bueno, implica una carencia y es doloroso, porque nunca se llega a esa plenitud, el “ya está”. Salir es segundo lugar y salir último en la carrera concluyen en la misma situación: No se gana el campeonato.

Es lógico, con tantos rebotes ya no existen ánimos de jugar en primera.

Conmigo no vas a ganar el campeonato”, le dije. Jo-de-te por mala mina, si garúa no te quejes porque vos llamaste al chaparrón, a veces esos castigos sanos vienen bien si lo que buscás es arrepentimiento y puro llanto culposo, o una excusa para afiebrar un sábado por la noche de tanto humo y alcohol.

Quema, es ridículo, muy de cagona. Pero se aprende rápido, sino noten lo poco que me duró ese amorío tan loco. Muy loco y muy improbable también. Levanto este vaso de Fernet por vos.

Gané amigas**, me deshice de otras tantas amistades inútiles (nunca publiqué mi carta abierta dirigida a esas tres personas, supongo que haré una publicación post-facto en los días o meses siguientes), amores perdidos y reafirmé lazos con los genuinos y más compatibles en vida, palabras, ideas, gestos, chispas, argumentos***.

Por último, una leve crisis vocacional que, afortunadamente, ronda el mismo campo. Las ciencias de la salud siempre van a ser mi vocación, ahora, aplicadas en…¿Medicina humana, veterinaria o bioquímica? Esa es una pregunta que sabré responder en los próximos días (sugerencias no vienen para nada mal), por lo pronto espero un año mejor, con cambios positivos, buenas vibras (No quiero parecer primera escolta del abominable Claudio María Domínguez, mis “negritos hermosos”) y creatividad ante todo, que es lo fundamental. Y compañeros/as de tardes, noches, y quién sabe, hasta quizás de toda la vida (ya está, soy una anciana, debo asumir mis diecinueve años con orgullo y sin prejuicio).

Chau 2010, lindo y frenético 2010.

L.

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*Arma de Instrucción Masiva. Se trataba de un vehículo de libros, pero en sentido literal, porque sólo conservaba las estructuras de un Falcon, según su creador, a modo de castigo ya que el automóvil original perteneció a las FF.AA., y así lo despojaría de todo uniforme y violencia que alguna vez cargó sobre él. Un genio. Ni chapas, ni puertas, ni capó, simplemente libros que cubrían el motor, funcionaban como techo, piso y demás. Un biblioteca andante. Cualquiera podía sacar un libro del auto para leer o quedárselo de por vida, o bien donar libros para cubrir espacios del vehículo. Su dueño y creador, Rauli, es un artísta plástico limadísimo de unos treinta y pico, revolucionario pero desde la creatividad, el arte, la paz (Quiso tener "algo" conmigo pero me negué, ESTÚPIDA SOY), jaja.
http://www.flickr.com/photos/adim/3093798859/
http://www.youtube.com/watch?v=FDyK3-G7K68 (juro que en persona es salvaje y rústicamente hermoso, en todo sentido)

**Gané amigas. Jessica, la futura farmacéutica, loca, pura fiesta, linda y siempre a la moda. Micaela, la instrumentadora quirúrgica (sí, tiene 21 años y es instrumentadora, qué linda), futura profe, la más dulce, rubia hermosísima como ella sola. Las adoro y me pone feliz haberlas conocido.
http://sphotos.ak.fbcdn.net/hphotos-ak-ash2/hs058.ash2/36241_179133268782382_100000571306911_534774_5039386_n.jpg

***...compatibles en vida, palabras, ideas(...). Los que ví juntos el 28 de octubre acá en casa, los justitos, más dos que faltaron por razones laborales/académicas. Gracias.

sábado, 11 de diciembre de 2010

It's unkind, but





Una reflexiva obsesiva y desprolija con un blog del que no logra divorciarse por completo, 54,0 kilogramos de manías, sarcasmos y abuso del lunfardo y la puta madre.
Una conchuda más con unas ganas locas de quemar las rutas salvajes y tomar fotografías con una reflex imaginaria, a kilómetros de los horarios de salida del Sarmiento, la cola del banco, la ración de paranoia y violencia de la televisión, la radio, en fin, la faena gruesa que implica el formar parte de esto. A los anticuados, obstinados, cobardes, indecisos: que les garúe finito.
¿Qué más? Ah, sí, Palabras. Palabras, gestos y mucha risa, mucho fuego. Sí, el fuego.



L.

domingo, 5 de diciembre de 2010

Caso cerrado




"Fueron más las cosas que nos unieron que las que nos separaron"















Dedicado a Agustina, Candelaria y Catalina.

viernes, 5 de noviembre de 2010

Shú-pa-pa-pa

Pavimentaron el paraíso y pusieron un estacionamiento con un hotel rosado, una boutique y un spot de moda, oscilante ¿No parece siempre como si no supieras lo que tenés hasta que lo perdés? Pavimentaron el paraíso y pusieron un estacionamiento.
Arrancaron todos los árboles y los pusieron en un museo de árboles, luego cobraron a la gente un peso cincuenta para poder verlos ¿No parece siempre como si no supieras lo que tenés hasta que lo perdés? Pavimentaron el paraíso y pusieron un estacionamiento.
Ey, agricultor, quitá del medio ese pesticida que mancha mis manzanas, pero hace huir a los pajaros y las abejas, ¡Por favor...! ¿No parece siempre como si no supieras lo que tenés hasta que lo perdés? Pavimentaron el paraíso y pusieron un estacionamiento.
Anoche a última hora escuché un portazo, la tela metálica: un gran taxi amarillo se llevó a mi hombre ¿No parece siempre como si no supieras lo que tenés hasta que lo perdés? Pavimentaron el paraíso y pusieron un estacionamiento.

martes, 5 de octubre de 2010

Mambitouuuus contemporáneos

Me atrevo a decir que el ambiente está muy colorido. Mucha guirnalda y azúcar, muchas sonrisitas dulzonas y bailes por doquier, pero tampoco estoy hablando de un frenético pasar de estos días, no. Por suerte la heterogeneidad del asunto torna la pista algo más divertida y contundente (y hablo de suerte, aunque bueno, los golpes de suerte son tan pero tan relativos como las puestas de sol), descartando finalmente las etiquetas terminantes, limitantes.
A veces está bueno pintarla lejos de la clásica dicotomía alegría/bajón.
No incluyo en este baile a los amores. "Los" amores, "el" amor. El amor de estos tiempos no me cautiva, ya no me siento incluida; los noviazgos suponen muchas responsabilidades, pautas que determinan si ese noviazgo es o no es. Si no lo es, no es amor. Si es amor, hay reglas. Y si hay reglas, prefiero contarla en singular, los novios contemporáneos son como la apendicitis: una patología no muy difícil de amansar, pero sí muy molesta.
Gente, hay que mover los culitos y dejar que el amor sea libre (Musicalización para el momento: todo lo que suene a experimento, juego, onomatopeya, pandereta, la-do#, palmas, coritos y sunshine pop), ya se viene el fin del mundo, hagamos el amor en las calles que está bueno, no se retuerzan el telencéfalo.


L.

sábado, 11 de septiembre de 2010

Hay días en los que detesto tener dos patas y un bocho al borde de estallarrrrrrrrrrrrr.

martes, 31 de agosto de 2010

Interludio musical*

La banda favorita de Sandra MuchoTiempo era Depeche Mode. Y en este recorrido incierto por los laberintos de mi memoria, ella traía música para escuchar y ahí nos quedabamos, escuchando, bailando, durmiendo. Algunos temas de Depeche Mode tienen esa onda “drama y melancolía” que te transportan a un estado de conciencia superior. No miento, el mejor ejercicio es escuchar un live de Enjoy the silence una noche lluviosa, con las luces de la calle entrando por la ventana.

Postales. La recuerdo bailando mientras yo la miraba desde el sofá, y ella caminaba hasta sentarse sobre mis piernas. La sonrisa en su rostro de bailarina, nuestra primera vez, mi primera vez, sus ojos marrones, su pelo negro brillante. Siempre tuve la sensación de que cada canción de Depeche Mode se convertiría en pequeños himnos, postales de diferentes momentos con Sandra. No me equivoqué.

Muchos años más tarde, Sandra MuchoTiempo me dejó, pero su música -ni idea por qué- se quedó.

Precisamente por eso, cuando en junio del año pasado internaron Sandra por un intento de suicidio mal concebido, fuí a mi casa, agarré 101, un viejo disc-man Sony, y le pedí al primer taxi que se cruzó en mi camino que me deje en la puerta de la clínica.

Una postal... su sonrisa cuando me vio entrar en la habitación.


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*Post extraído del blog http://todasmisex.blogspot.com/
Ni muy rebuscado ni desbordante de información. Demasiado adorable como para no citarlo.

domingo, 22 de agosto de 2010

Noche

-Cuando no hay charla ni libro que pueda saciar el aburrimiento, es mejor la musiquita al oído.
-Tengo muchas ganas de fumar, pero tengo la garganta rota. Mala leche, piba.
-Acompañame un ratito afuera, quiero toser para al menos tener el argumento de que en algún momento de la noche tomé frío.
-Chau


L.

miércoles, 18 de agosto de 2010

Publicar, escupir, vomitar, construir

Publicar, escupir, vomitar, construir párrafos de índole pseudodocumentalista no es tan fácil como parece. Si bien las crónicas de una mina de casi diecinueve años suponen ser una leve enumeración de hechos categóricamente insustanciales y mediocres (lo que análogamente puede llegar a ser un buen recurso para desembocar en la queja y acto seguido, a la búsqueda interior/exterior), cuando se es carente de razones para colgar un collage literario en este espacio cibernético es jodido. Y aparecen las preguntas comunes: ¿Por qué? y ¿Para quién?.
Para crear un poco, después de tantas cagadas y gente que tiene ganas de joder, para quejarme, para no salir a romperle la cara al almacenero, para meter un poco de lo mío en los ojos del que lo lea (aunque debo decir que ver el contador de visitas en aumento me da una sensación de vejámen algo rara), para variar entre tanta exacta que se viene taladrando en mi encéfalo (y mañana comienza la segunda parte de este suplicio facultativo, innecesario, destructivo, discriminador, maldito filtro). Para neutralizar la parte jodida de asumir lo que más me cuesta, fumarme un pucho y volver a la rutina.
Admito que en algún momento mi vínculo literario con el blog se transformó en una especie de relación de dependecia, pero jamás podría emitir ninguna clase de queja. Podría afirmar entonces que, después de todo, internet tiene su lado bueno. Detesto admitir que las cosas que sé que son nefastas y destructivas tengan un lado bueno. Será porque detesto las ambiguedades. Generalizando un poquito, puedo decir que tengo serios problemas con la ambiguedad, ya sean en términos etimológicos como de definición y empleo de la palabra.
La plata, por ejemplo, me trae esa clase de conflictos. Pero no conflictos conceptuales, sino materiales y eso me molesta muchísimo. A veces me siento algo hipócrita por necesitar lo que tanto repudio, que es la necesidad adquirida, y no la necesidad real. Detesto sentir que necesito dinero por simples frivolidades, pero a la vez pienso que la independencia monetaria es fundamental para ingresar al hermoso limbo de la madurez y la ciudadanía en su máxima expresión. Y ahí es cuando vuelvo a la maldita ambigüedad, a la falla del inconsciente, a la acción común y vulgar que se superpone sobre la convicción y las ideas que a diario me encargo de defender y reivindicar.
Siento que no estoy yendo al punto que me interesa, que es el de narrar hechos particulares. Y pensándolo bien, creo que no es el momento. Si el lugar, pero quiero esperar un par de lunitas más, porque el cambalache que se me vino encima es jodido de remontar. Ay, ay, ay, sí que hubo lindos tiempos, sí que los hubo. Me voy a charlar con mamá, que creo que me necesita más que viernes3-am.


L.


jueves, 12 de agosto de 2010

Bailecito

Y aunque en mis piernas pongan cadenas
cuando yo bailo suenan cascabeles
y mis caderas se enfrentan al látigo
con el que oprimen los capataces
porque los caporales nacimos bailando
para enfrentar al destino que nos hizo estragos
Porque la danza y la música
seguirán siendo armas
para quien quiera y sepa empuñarlas


lunes, 9 de agosto de 2010

Me dí cuenta de que faltaba éste.

"Análisis de fin de año" o "balancing a while"*

Una subida clásica. Pero con un poco de contemporaneidad, porque no voy a abocar en los tan frecuentados racimos de líneas sentimentales, sino que voy a tratar de incorporar una dosis de neutralidad sin prescindir de la observación analítica, evitando las asperezas, -pero sí con buen humor- (que dicho sea de paso, estuvo visitando la no muy concurrida pero sí cálida casa de Julián Castro al trescientos, en el límite Merlo-Parque San Martín y que con mucho orgullo digo que es nativa de la vereda del Parque -situación que a veces suele traer confusiones, para ser más aproximada, expongo el ejemplo de la avenida Santa Rosa en la que Siraku es Castelar y Mevengo, Ituzaingó-).
Podría empezar con la frase "Fue un año muy agitado", pero me parece por demás básica. Existen infinidades de frases empalagosamente redundantes, me refiero a esa redundancia de dulce de leche granizado, redundancia de irse de mano con la mayonesa, digo: a ese nivel de redundancia. Parece mentira, barajar un par de palabras espontáneas no es tarea fácil. (Si algo voy a eludir en este posteo además de las notas de cualquier calibre relacionadas con el órgano musculoso y cónico situado en la cavidad torácica para ser exacta, también voy a evitar la frase introductora a este sumario, o más bien, de este tan predecible candombe que veo venir para los próximos 3654 caracteres restantes empezando a contar desde que terminé de escribir el número tres mil seiscientos cincuenta y cuatro, lo que significa que el plazo es un poco más chiquito).

Empiezo por lo que menos me gustó:
-No poder controlar mis síncopes de intolerancia social. En primer lugar porque involucraba mi entorno inmediato. Hablo del ámbito escolar, hablo de casa. Y en segundo lugar porque la intolerancia hace el encierro, lleva a crear grupos de pertenencia cuales creemos refugios, pero terminan por ser asfixiantes porque reducen todo espacio. Hay eco, sí lo hay; hay gentes y gentuzas que te dicen lo que querés escuchar, pero si hay eco entonces significa que hay un vacío. Y ese vacío es no saber mirar a la derecha, a la izquierda, abajo, arriba, al centro y adentro (como bien dice la famosa canción de cumbia que en tiempos de elástico, verdad-consecuencia y Torpedo de frutilla con el famoso "vale otro" tanto nos alegró los cuerpitos sin tetas ni pelos).
-No extraer aunque sea una microscópica, minúscula, inservible neurona e imprimirla en las hojas de cuaderno o bien al resaltador amarillo quemacerebros en época de anteojos, cafeína, 3 a.m. y alquitrán. Un hiato en mi reputación como estudiante estándar que nunca tocó la cuerda floja, porque este año estuve semi náufraga en algunas cuestiones.
-Detesté no haber aprendido, no haber debutado en cuestiones amorosas, en el sentido (no de debutar sexualmente) sino en que no pude terminar yo misma una relación (lo escribo de esta manera para que no quede impreso y redecorado con lucecitas de colores cual marquesina luminosa en medio de la bendita ciudad de Buenos Aires de los años 80 con el sabor amargo del "me dejaron todos"), pero lo más curioso (increíble) es que sólo a mí me pasó dos veces en un mismo año. Eso será algo que recordaré por siempre con mucho orgullo, eso sí, con el caballo cansado, pero con muchísima dignidad. Es mucho más fácil morder el polvo y quedar minúsculo, como un microbio, lleno de iras y frustraciones pegadas cual media de lycra semi opaca. El mambito, la joda magna, es ser buen perdedor, hacer un mini balance, reconocer como tandas de baile que empiezan con furor y terminan agotadas, agitadas, el sí y el no, y hay que saber analizarlo: muchas veces se aprende con rigor, a los golpes, pero no siempre. Hay aprender a ser un buen perdedor, dejar que el mambo fluya y saber que se obró para construir, que por más que se lo lleve la corriente no hay de por qué opacarse, toda el agua va a parar al mar. Es una cuesta arriba y una cuesta abajo, es Beatles y Rolling Stones: let it be and let it bleed.
-No haber aprendido (hago el agregado simpático del "todavía", porque no perdí las esperanzas "todavía" -valga la redundancia, carajo-) a comer asado sin desperdiciar, a pesar de la cantidad de asados que tuve este año y el úlitmo que me queda dentro de un par de días con motivo de despedida del 2009 (divorciándome entonces de toda idea y plan de vida vegetariana y narurista). Mi guerra fría contra la grasa de la tira de asado, del vacío y hasta me atrevo a decir del chinchulín no va a terminar con la caída de ninguna nefasta pared.
-Perder un año en la práctica de la organización que tanto carezco (pero tanto).
-No haber usado la bicicleta como debería (las arañas ya formaron su propia metrópolis entre los rayos).
-Lamento haber explotado mis glándulas lagrimales en vano.
-Introducirme en el vicio tan innecesario del Lucky Strike.
-Contradecirme ferozmente.


L.

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"Análisis de fin de año" o "balancing a while" es un escrito que corresponde al 29/12/09, publicado en mi antiguo fotolog.
Creí que sería una buena idea pulicarlo en este medio, ya que me ayuda a reflexionar acerca de mi status general de hace ocho meses atrás. Es bueno, supongo, no sentir ese "exilio" y falta de cariño. Puf, qué piba triste hubo en esa época!

sábado, 7 de agosto de 2010

¡Mira mi soledad...!

Querida,
ven a mi que estoy sufriendo
ven a mi que estoy muriendo
en esta soledad
en esta soledad
que no me sienta nada bien....ven

Hoy en día nadie llama a sus mujeres por "querida", y también vale aclarar que nadie muere por amor, pero sí sufrimos como perros (y hablando de perros quiero hacer una pausa para redactar que el hijo de mil puta que violó a mi perrito es un cerdo, desperdicio total de oxígeno y materia viva, además de desagradecido, y lamentablemente ser parte de mi familia -sí, no voy a prescindir de semejante dato-. Alberto, sos repugnante) y malgastamos carilinas. Aunque a veces pienso que la soledad no está tan buena. Se extraña tener a alguien en mente (y enfatizo el "se extraña"), y aunque la joda viene después y los dramas nos hacen querer cortarnos las venas con una Cerealita, es parte del proceso. Ya sé, estoy naturalizando lo injustificable, pero justamente la culpa la tienen los que nos plantaron en el telencéfalo que el amor está plagado de arcoiris, aves cantantes y angelitos culones, puras patrañas. El amor no trata de almas gemelas, ni destinos escritos. Hay que entender que el amor está constituido nada más que por las relaciones, costumbre, la mecánica de la calentura, reacciones y efectos, ensayo y error. A excepción de la naturaleza, el mundo se forjó a través de las relaciones humanas. El dolor es todo psiquis, la falta de sueño y el llanto es soma pura. Y repito, nadie muere por amor. Porque por más afecto que haya, cuando dos humanos no congenian, ya está. Si va más allá, es cuestión de psicópatas o cobardes, porque siempre hay opción. Siempre hay ayuda.
Y me brotó esto así, como si nada, porque al encontrarme tan sola me puse a recordar historias pasadas (fracasadas y no tanto), y personas que me gustaría volver a ver.

Para ustedes, hombres que pasaron por mi vida, les dejo este clásico que seguramente habrán bailado en algún que otro casamiento o joda familiar de esa índole en los años de la convertibilidad y créditos jugosos (y usureros a espaldas de los miles que entraron en la movida).



miércoles, 4 de agosto de 2010

-Yo creo que te comprendo -dijo la Maga, acariciándole el pelo-. Vos buscás algo que no sabés lo que es. Yo también y tampoco sé lo que es. Pero son dos cosas diferentes. Eso que hablaban la otra noche... Sí, vos sos más bien un Mondrian y yo un Vieira da Silva.
-Ah -dijo Oliveira-. Así que yo soy un Mondrian.

-Sí, Horacio.
-Querés decir un espíritu lleno de vigor.
-Yo digo un Mondrian.

-¿Y no se te ha ocurrido sospechar que detrás de ese Mondrian puede empezar una realidad Vieira da Silva?
-Oh, sí -dijo la Maga-. Pero vos hasta ahora no te has salido de la realidad Mondrian. Tenés miedo, querés estar seguro. No sé de qué... Sos como un médico, no como un poeta.

-Dejemos de poetas -dijo Oliveira-. Y no lo hagás quedar mal a Mo
ndrian con la comparación.
-Mondrian es una
maravilla, pero sin aire. Yo me ahogo un poco ahí adentro. Y cuando vos empezás a decir que habría que encontrar la unidad, yo entonces, veo cosas muy hermosas pero muertas, flores disecadas y cosas así.
-Vamos a ver, Lucía: ¿Vos sabés bien lo que es la unidad?

-Yo me llamo Lucía pero vos no tenés que llamarme así -dijo la Maga. La unidad, claro que sé lo que es. Vos querés decir que todo se junte en tu vida para que puedas verlo al mismo tiempo. ¿Es así, no?
-Más o menos -concedió Oliveira-. Es increíble lo que te cuesta captar las nociones abstractas. Unidad, pluralidad... ¿No sos capaz de sentirlo sin necesidad de ejemplos? No, no sos capaz. En fin, vamos a ver: tu vida, ¿es una unidad para vos?

-No, no creo. Son pedazos, cosas que me fueron pasando.

(...)

sábado, 31 de julio de 2010

Un capricho con sabor a gloria

Bailar entre las luces mientras los déspotas gimen:
el poder es nuestro, las voces piden una tanda extra,
un chamamé de la alegría y un artista
que pueda pintar con los más hermosos colores la escena,
el momento, los segundos febriles
el orden corrompido por el fuego y la memoria resurgentes
el cambalache, la revolución.
Sólo tenemos un par de manos manchadas, los puños apretados,
el pelo enmarañado y los ojos cansados.
Vivimos ciudades, caras, árboles sin frutos
y mucha desesperación.
Pasiones censuradas, gritos secos.
Golpes y gobiernos nefastos, flores
y cárceles repletas de gente sin lunas,
calacas vivientes, olfatos dormidos.
Hoy déjenos hacer el amor en la calle
prescindiendo de los oficiales y el pudor,
demos el grito de la victoria antes del amanecer
déjenos este banquete,
este capricho con sabor a gloria.


L.

jueves, 29 de julio de 2010

Lindas líneas que encontré

Fuimos las chicas malas.
Asustamos a los vecinos y escandalizamos a las señoras que salían de misa.
Siempre de negro para diluirnos entre las sombras y desaparecer de los e s p e j o s.
Tomábamos cognac en tardes infinitas, mientras el jazz nos cubría, escurriéndose luego por los poros. Disfrutábamos la hierba ocasionalmente, sin compulsiones, sobre todo cuando queríamos abrir los ventanales del cielo acostadas sobre el pavimento de nuestra ciudad amable y mirar infinitamente las estrellas.
Hicimos de nuestros cuerpos una fiesta.
(Cursamos invitación sólo a los iniciados)
Nacimos despidiendo una guerra, vivimos Vietnam, otro acto obsceno y el recuerdo de Nagasaki junto a Hiroshima, igual a una herida expuesta.
Nos desvelamos con Sartre, pero fue Simone quien nos ayudó a hilvanar nuestra protesta. Consideramos a los Beatles un tanto pueriles, porque era Piaff quien nos alimentaba.
Trenzamos flores, nos pusimos guirnaldas, pero siempre fuimos suspicaces con las exportaciones del Norte.
Nunca pensamos que seríamos reinas, más bien quisimos con el Che ser compañeras.
Compartimos cuerpo y alma sin pedir nada a cambio, encendimos lámparas para apagar la angustia, la pura y limpia angustia de estar vivas: La vida ha sido nuestro manifiesto.
Vivimos tan pero tan intensamente que ningún dolor nos fue ni nos podrá ser jamás ajeno.
Fuimos las chicas malas, olíamos a incienso, a patchouli, otras veces a menta fresca, pero el olor que nos acompañó siempre fue el de la tristeza.
Fuimos las chicas malas, y aunque no lo confiese abiertamente por el qué dirán los hijos, los amigos sensatos, el perro, los parientes,
seguimos y seguiremos siendo
chicas malas.