martes, 5 de julio de 2011

Nico.*

Francamente, los días de lluvia son un potencial recordatorio de la mayor parte de nuestras miserias. Es como el propio cumpleaños…en lo personal, no me gusta correr como protagonista y eso que en este momento estoy hablando de mi vida, primera persona del singular. Ocuparme más de mí que del resto de las cosas, las personas, los animales, no es de mi agrado. El 28 de octubre me recuerda que soy yo, los fracasos, todo lo que me falta para ser quien me gustaría ser. Sé que es muy pesimista, sí, pero es que detesto el día de mi cumpleaños.
(Prometo nunca subir una entrada a este blog un 28 de octubre)
Pero volvamos a los días de lluvia.
Anoche no dormí sola y dirán bueno, no tiene mucho de qué quejarse. Y no tengo quejas, si eso es lo que esperan. Sí bailo en un carnaval de incertidumbre, que más que baile es un merodeo desprolijo, abrazos profundos hasta sentir el pálpito acelerado, las manos que se buscan tímidas de reconocerse de a poquito, algún te extraño, el día por medio, besos con sonrisas, sexo cada vez más divertido. No quiero encontrar un concepto, prefiero dejarlo en el qué se yo, en el rubro informal, que fluya, lento, ahí.
Pero volvamos a la lluvia.
Me pone reflexiva, analítica, despierta ideas de su letargo y funda otras nuevas y más jodidas.
Y te extraño…te extraño muchísimo. Nunca creí en la segunda vuelta, las segundas partes de las películas nunca igualan a la primera. Pero estas líneas…acaban por completo con la idea absurda de autoreprimirme a la nueva experiencia. Miedos, supongo.
Y la lluvia hace que quiera dormir con vos otra vez.


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*Escrito correspondiente al día domingo 5/6/2011.
Cambiaron algunas cosas...quizás llegue, a falta de algunas materias por rendir, a llamarse amor. Qué bueno que te encontré en el camino..
(puedo ser muy tierna, ya lo ven)

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