El día de hoy fue un completo desorden.
Qué mambo más jodido esto de las obligaciones, mucho más que la carga moral de mis actos pesan las pocas ganas de economizar tiempos y, bueno, también las ganas generales, valga la redundancia.
Un compañero de facultad tiró al aire un chiste en referencia a mi fracaso recién cocido (bochazo espectacular en matemática del ciclo básico común), que además de colaborar con mi reivindicación de la idea de que los chistes al estilo "doctor, doctor", es decir, frase-diálogo-respuesta son extremadamente inútiles tanto por su estructura y mecanización pseudonmemotécnica como por su contenido, también me llevó a inferir que, después de todo, unos pequeños fracasos no son tan malos.
L.
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