viernes, 11 de febrero de 2011

'Salvaje y turbulenta', carta abierta a las Evas

He decidido tomar cartas en el asunto ante el evidente "desencuentro" de conceptos que sufrimos durante éstos últimos días. Si bien siempre es entretenido llevar a cabo los debates diarios que incursionan por las diversas temáticas de las ciencias sociales, creo que particularmente en mi caso se produjo una inversión de tiempo y ganas en intentos torpes de llegar a conciliación, dando lugar a un bache conceptual que nunca podemos terminar de resolver. Es por eso que, con todo respeto y valoración de sus palabras, decidí redactar esta suerte de reflexión a modo de respuesta a todas las acusaciones contra mi postura ideológica, haciendo uso de este medio que ustedes frecuentan tan a menudo.

Queridas amigas de la JP Descamisados:
Con respecto a las sucesivas aclaraciones y remarques que derivaron en acusaciones, a mi juicio, demasiado apresuradas, tengo la necesidad de aclarar que mi intención no es rivalizar con los postulados de su agrupación, sino todo lo contrario, poner sobre la mesa los puntos en común para poder tratar y sobre todo, para encontrarnos.
No estoy de acuerdo con las etiquetas y preconceptos que se me adjudican, como lo son el catastrofismo, la soberbia, la intolerancia y la irracionalidad, principalmente porque creo que son las vértices de su propio discurso y a lo que recurren sin descanso.
Repito, no quiero juzgar su participación, empeño y emoción. De hecho, es reconfortante y hasta incluso envidiable el buen momento político que ustedes están atravesando. Pero, ¿el fin justifica los medios? Si para alcanzar el objetivo se requiere de alguno de los cuatro puntos que se me adjudican, realmente no quiero tener que lidiar con ello.

Catastrofismo
. Estar a la izquierda tiene sus complicaciones. Mucha mala leche, te arde la sangre, indignación y un puñado de reproches. Ojalá todo fuera así de fácil: me cruzo a la vereda de la euforia latinoamericana, al "hoy estamos mejor que ayer, a aceptar el colonialismo como parte de la naturaleza de nuestros pueblos, a jugar a defender los derechos humanos desde una 4x4, asistir al recital de Calle 13 y llamar a eso "militancia", acusar de fascista a todo el que no baje la misma línea, en fin, la creación más llana (y a la vez inteligente por parte de los magnates políticos que hacen de su discurso un archivo mp3 del que todos sus adeptos rinden culto y repiten sin reparos), clara, y simplificadora conceptual que haya existido en el mundo: el neoprogresismo contemporáneo (kirchnerista, peronista, autopista, Bella Vista...).
Ustedes lo llaman "envidia". Sí, lo es. En cuanto a la actividad política, no debe haber nada más satisfactorio que ver concreto el voto propio de la urna al senado, al gabinete, al sillón presidencial. La convicción la seguridad y el triunfo de las ideas, aún sin el más mínimo esfuerzo. Yo, en cambio, debo esperar a decidirme insatisfactoriamente, ya que el candidato que cumple con mis requisitos ni siquiera se va a poder presentar, porque el decreto de la presidenta Cristina Fernández así lo establece.
Hace unos días, ante la noticia de la renuncia de Mubarak en Egipto, la sala se inundó de comentarios como "nadie puede contra la voz del pueblo" "era hora de que ese dictador hijo de puta se fuera", etc. Ojalá yo pudiese emitir esos comentarios. Ojalá esa clase de noticias me hicieran feliz, pero no. Si las FF.AA. provenientes de Washington no hubiesen intervenido y uno de sus pichones no hubiera tomado el poder, y si todo esto no se hubiera generado en el marco de la disputa energética entre el Imperio e Irán y luego de resolver las cuestiones el pueblo egipcio no liberase el Canal de Suez para los primeros, quizás estaría contenta por ellos. Pero no puedo, hacerlo, no soy capaz de simplficar, no puedo conformarme. Y vuelvo a aclarar: No es catastrofismo, hay puntos buenos y malos de los cuales puedo elaborar argumentos claros y concisos, sin necesidad de insultar, defenestrar o negar neciamente las posturas ajenas.
Soberbia. Existen límites discursivos en los que uno tiene que pararse y decir, hasta acá llegué. Sin embargo, no sé si es porque lo ignoran, porque se dejan llevar o simplemente no les importa si de defenderse se trata, pero de nuestros debates sólo resulto agredida. Quiero creer que no es malintencionado, que sólo es un torpe impulso.
Yo también los tengo, pero siempre en un marco de atención y mucho, muchísimo respeto. Y no sólo al momento de barajar palabras al roce de la violencia, sino también cuando se explaya la temática en dirección al limbo de los fundamentos teóricos. Y ahí está la prueba: no es soberbia. Porque no se puede jugar a predicar siendo que el receptor no pueda cuestionar, al menos, algo de lo que tenga para decir. No es soberbia, repito, junto con el hecho de que me da gusto, a pesar de todo, verlas en su más pleno regocijo al momento de tomar cartas en el asunto.
Son un bloque entretenido, muy capaz y enérgico. Pero a veces la energía se va para el otro lado, porque el fanatismo es un viaje de ida.
Irracionalidad. La mezcla deliberada de definiciones y contradicciones hacen, por definición (valga la redundancia), su pasaje por el vasto camino del peronismo organizado. No obstante, se que sus logros son en base al éxito de sus postulados, pero...¿Es necesaria la contradicción? Al ser un modelo tan exitoso, ¿Por qué no existe la posibilidad de cuestionarlo? ¿Eso no significa acaso, que existe la censura? Muchas preguntas que ustedes no me responderán nunca.
Intolerancia. La serie de agravios destruyeron el sentido colectivo de un grupo basado en la diversidad y el mestizaje ideológico del que ustedes mismas formaban parte, y a cuyo desprestigio contribuyeron encabezando una política contradictoria de actividades que sus postulados repudiaban por el sólo goce de quitarle valor a las prácticas ajenas, centrándose progresivamente en el elitismo de niñas kirchneristas. Haz lo que yo digo, pero no lo que yo hago.

Explayados estos cuatro puntos, debo aclarar que no cuestiono sus creencias ni sus convicciones.
Sólo los métodos. Las diferencias.
La base de la comprensión empieza por el respeto, el que siempre conservé a la hora de confrontar opinión para con ustedes.

Las quiero muchísimo, a pesar de ser unas malditas peronachas.

Lu (para ustedes, "la bolchezurdita")


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