miércoles, 28 de diciembre de 2011

Tanto.

La psicología gatuna es algo esotérica, por así decirlo; se comenta que un gato no se aferra a un dueño sino a un hogar, que no asume a un humano como dueño sino como algo de su propiedad, que deben conciliar un sueño mínimo de dieciséis horas diarias lejos de explicaciones biológicas, y, quizás la más llamativa es que huyen de su hogar cuando saben que sus días se van a terminar.
Los gatos me llenan de preguntas.

¿Cómo pueden predecir el final? A veces pienso que es por una cuestión de "orgullo" felino, el no querer que sus compañeros de hogar vean a la majestuosa criatura en su estado más nefasto y moribundo. O quizás, no permite que se hagan cargo de su cuerpito, que la naturaleza misma se haga responsable, echado en la tierra húmeda, esperando a que se le cierren los ojos felinos.
Yo creo que de esta manera la única imagen que podremos conservar es la de tus mejores días, y los últimos como si fueran unos más.
Hoy puedo decir, qué buen gato. Que estoy feliz de haber visto nacer a ese bicho, el más inteligente, el que cabeceaba sin pedir nada a cambio, incluso en los últimos días con las últimas fuerzas, el que no cazaba por pancho, el que dormía con la barriga blanca al cielo, el que tenía los ojos verdes más hermosos del mundo, el que nunca nadie va a reemplazar jamás.
Yo no creo en Dios, ni en un juicio final...pero si existe el paraíso, este no va a ser paraíso si no está mi gato ahí, esperándome.






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