lunes, 5 de julio de 2010

Figurita repetida II

El sábado conocí a alguien bien parecido a gente que ya había conocido en otras oportunidades.
Típico especímen metro setenta y monedas, clase media y despilfarro de términos progre como "Méndez". ¿Tan fácil parezco? Como si me fuese a cautivar un simple eufemismo (admito, yo uso nombres alternativos para...eh, bueno, está de más pronunciar su nombre) o bien una crítica al grupo Clarín.
Roberto* me contaba acerca de sus encuentros con las Madres de Plaza de Mayo, su afición por 678, los estudios universitarios y su sueño de convertirse en abogado de la asociación tan conocida. Y bueno, todo la maraña de intereses y gustos, Jauretche, León, Pigna, Feinmann, Sandra Russo (sí, Sandra Russo).
Reconozco que era un buen partido, pero ese no es el punto. Yo me pregunto, ¿Tengo cara de oficialista? ¿Es un estigma declararse en contra de los postulados derechosos, sin asemejarse al dogmatismo K? ¿Es tan dogmático como ir por las calles de Castelar cantando No queremos tarifazo/tampoco los despidos/aumento de salarios/paritarios elegidos/acá está, esta es la clase obrera(...)? No quiero caer en fanatismos ni obsesionarme con toda esta bruma ideológica, pero detesto quedarme con la idea en el paladar. Tampoco digo que ser oficialista es un karma (hay que ser menos radical en cuanto a la condena de ciertos actores ideológicos de nuestra sociedad, me refiero a no adoptar la posición K de acusar a ciertas alas de la política como tabúes o despreciar al punto de exacerbar el carácter "irrisorio" de algunos personajes de la política o los medios. Aunque algunos se lo merecen...), sino que apunto a que no ser ni chicha ni limonada es algo totalmente normal y aceptable. Vamos, sé que después de todo los cientos de Robertos que abundan nuestra ciudad sólo se quejan del mundo a la hora de la cena por Canal 7.

Me cansé de escribir.


PD: Recursé, así que no acepto quejas.


L.

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*Las identidades han sido reemplazadas por una mera cuestión de privacidad.

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